El joven, como categoría diferenciada del niño y del adulto desde su origen de posguerra, se ha manifestado como una amenaza o sospecha, características que se acrecientan si el contexto socio-económico en donde se desarrolla es esencialmente precario. Es así que se construyen estereotipos de jóvenes muy negativos en nuestra sociedad: se trata de la identificación de los jóvenes con la violencia, el consumo de drogas, desorden y la delincuencia. Muchas veces, esto es solo un prejuicio. En otras ocasiones tiene base en la realidad, pero a la vez existen muchos otros/otras comprometidos con la resolución de estos conflictos y el derrumbamiento de prejuicios. Pero generalmente, los jóvenes encuentran como respuesta la confrontación con la policía y la comunidad, porque amenazan lo que se denomina seguridad, en tanto son percibidos como fuerzas destructivas (daño a la propiedad, abuso del alcohol, drogadicción, etcétera) que deben ser controladas, o en forma extrema, erradicadas.
El rol
de la Policía, como institución pública que tiene mayor contacto con la
juventud en conflicto, representa para ésta la cara adulta de la discriminación,
la represión y el peligro.
Algunos
de los conflictos que surgen entre adultos y jóvenes se manifiestan en los usos
que cada uno le da al espacio público. Se desata entonces una disputa en donde
la policía es quien la resuelve generalmente, acrecentando el resentimiento en
los jóvenes y dejando sin resolver los problemas más profundos. Es así
que aparentemente no existe dialogo posible entre los jóvenes y el mundo de los
adultos.
Al
adulto, entonces, se le presenta un desafío que puede ser respondido de dos
maneras: La primera, mantener una actitud distante, apoyada en una postura
defensiva o la segunda, aproximarse a los jóvenes a fin de conocerlos,
entenderlos, facilitar la comunicación y brindarles herramientas útiles para su
pleno desarrollo. Al restablecerse la comunicación, nace la posibilidad de, ya
no erradicar de forma violenta la problemática de los jóvenes, sino de elaborar
estrategias integrales en prevención tomando en cuenta sus necesidades y
aspiraciones si partimos que el barrio no es
un espacio físico, sino que es un organismo vivo. Una red de lazos sociales que como
todas las redes puede abrirse, cerrarse, funcionar con mayor o menor grado de
libertad.
Desde la dictadura, pasando
por la década del '90, hubo un ataque deliberado contra el bienestar social.
Fueron desmanteladas las construcciones colectivas de solidaridad y sustituidas
por el avance del consumo. El daño en las relaciones comunitarias se hizo
visible en distintos niveles. En la cuadra, en la esquina, en la escuela, en el
almacén, en el club. En los territorios de siempre, este cambio hizo estallar
los vínculos que hasta entonces compartíamos. Las rejas en los kioscos y en las
plazas fueron el último eslabón, pero la ciudad ya venía cambiando, ya era
otra, su gente había crecido en desconfianza, en temores, en odio.
En la actualidad hay una tendencia a la
fragmentación entre la ciudad y la ciudadanía, esto produce contradicciones entre la dimensión física, socio-económica
y político-cultural de las ciudades.
En contraposición al mito de la
ciudad integradora, en la actualidad
pensar la política es pensar espacios de tensiones y conflictos. Es necesario
comprender la escena de conflicto, porque son en ellas donde se dan los
disensos y los consensos y la posibilidad de participación. Esta cuestión se la puede ejemplificar en los
acontecimientos del 2001 en Argentina y sus derivaciones en la actualidad.
Lejos de haberse solucionado el problema continúa en la actualidad. Por eso es
necesario pensar y reflexionar en
términos de derecho, es decir, derechos de la persona en la ciudad, derecho a
la incorporación, a la igualdad y a la diversidad, cuestiones que exigen no
sólo ganar los derechos sino a conservarlos
El joven por
sus propias características de la etapa que esta atravesando es impulsado a
buscar su identidad y el espacio público cumple un rol importante para esta
búsqueda.
La
desconfianza hacia los jóvenes de parte de los adultos es muchas veces incrementada por los medios masivos de
comunicación. Muchos de ellos son responsables de difundir una imagen negativa
de los jóvenes y relacionarlos con la inseguridad
En este este contexto se dará la realización de estas jornadas,es decir, como una ocasión que
invite a la reflexión y diálogo de diferentes disciplinas, generando un espacio donde se analice y debata la categoría "juventud" desde distintas disciplinas científicas tratando de manera objetiva de brindar soluciones en materia de políticas públicas para las problemáticas allí tratadas.
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