viernes, 12 de diciembre de 2014

La Señorita Perla


En Salta Capital, en un Barrio periférico y olvidado de dicha ciudad, la educación transgrede realidades y se convierte en el medio principal de la relación de respeto y afecto entre alumnos y su maestra diversa. La historia de una realidad que a muchas otras personas trans les tocó vivir antes de la apertura social hacia la diversidad y la Ley de Identidad  de Género.
Entre Casas precarias y calles de ripio encontramos a Perla, una mujer trans de edad mayor. Ella, quien estudió y se recibió en la carrera de Profesorado de Filosofía en la ciudad de Córdoba, hoy enseña y ejerce la vocación docente en el Barrio Primera Junta. 
Nacida en Córdoba, vivió en su ciudad hasta lograr concluir sus estudios. Fue entonces, por  la época que le tocó vivir, Perla se vio  obligada  a dejar su lugar atrás. Ser ella no estaba bien visto, ni aceptado socialmente para ser una maestra. Luego de haberse recibido como maestra, no pudo ejercer su profesión, no por no haberlo intentado o ser incapaz, sino por no haber encontrado puertas abiertas a su condición.
Tuvo que dejar atrás su ciudad de origen por la discriminación y la exclusión que sufría y, por la necesidad de encontrar una vida tranquila. Así se instaló en Salta Capital, donde vive en condiciones precarias, habitando un colectivo que ella misma acondicionó como su hogar. Levantó una división hecha de bloques que cierran el terreno. Con un pizarrón de chapa, sillas, que sacó del colectivo, y una mesa de carretel de cables de alumbrado público ambientó el predio para dictar clases. Niños, niñas y jóvenes adolescentes concurren a diario por las clases de apoyo con el objetivo de entender y repasar los diversos temas que reciben en las escuelas y colegios. 
Es conmovedor ser testigos de cómo sus estudiantes, con la mente sin prejuicios, la llaman por su nombre, respetando quien es verdaderamente: la señorita Perla. Y luego de cada jornada, ellos le agradecen por el tiempo y saberes que ella proporciona..
A pesar de la realidad que le tocó vivir, son tantas las ganas de progresar de Perla, que ella no solo se quedó con su título de Profesora de Filosofía, sino que se interiorizó en otros saberes como, matemáticas, lengua, ciencias sociales, naturales, geografía, entre otras ciencias. Fue adquiriendo y aprendiendo nuevos oficios, como  peluquería y técnica dental.
Asegura, con voz firme, que libros y materiales de estudio y didácticos, los recoge de un basurero cercano.  Además, confiesa que, en su infancia y adolescencia, nunca imaginó pasar por estas necesidades, ni imaginó vivir de este modo. Pero no se avergüenza de esto, ni de su actual hogar. Para ella solo “es vergüenza ser ladrón”.
Tampoco Perla se arrepiente de sus decisiones, y agradece a Dios  haberle dado fuerzas para seguir adelante después de tantas adversidades. Agradece a la Ley de Identidad de Género obtenida,  y, por sobre todo, agradece a la vida que con el afecto de sus alumnos le enseñó que la alegría, el amor y el saber se pueden encontrar en cualquier lugar. 

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